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Entrevista a Carlos Alsina
El sueño inmóvil es un texto que yo quería escribir hace por lo menos diez años. Se me cruzaban imágenes, llegaban y se iban acumulando con el transcurso del tiempo. Era corno una gran cosa que yo quería escribir y no me sentaba a hacerlo porque sentía que la cosa no estaba calentita adentro, no se habían encajado todos los elementos. La última vez que estuve en Tucumán fué en Julio del año pasado. Ya en Mayo había ganado las elecciones Bussi, y sentado en un bar, frente a la Plaza independencia, fue en un momento donde todos esos elementos de años hicieron trac! Agarré una servilletita y ahí anoté lo que se me había venido a la cabeza. Escribí el texto en quince días. Una semana en Tucumán y casi diez días más en Puerto Alegre. Mientras la escribía no dormí, pero el texto tiene muy pocas correcciones.
Era corno que estaba escrito en mí. Es impresionante como son los procesos internos. Después reflexionando, veo como hablo de todo esto, pero también como hablo de mí. Es decir, tengo que leer el texto bajo una óptica personal. Es como si ya estuviera escrito adentro y salió.
Como en esa fecha se cerraba un Concurso de Casa de las Américas y otro en el CELCIT, decidí mandar la obra a los dos., simultáneamente. Primero llegó la Mención del CELCIT, y después el Premio Casa de las Américas.
El punto de partida es una leyenda, que se configuró cerca de Simoca. Hay allí una mansión destruida que le llaman “El Castoral”. Y que dicen que suceden cosas extrañas. Es impresionante, en el medio del monte se ven dos torres. Averigüé sobre esa historia. Tengo un artículo aparecido en La Gaceta sobre eso y un amigo, Carlos Soldatti, que vive muy cerca del lugar. Empecé a investigar y a preguntar en todos estos años. Aparecía la idea de que ese lugar se había incendiado como un castigo a las bacanales, a fiesta un poco demoníacas, que los habitantes de esa casa ofrecían en su época de esplendor. Era corno rescatar un pasado perdido, una época de oro perdida. Cosa que se relaciona con muchos mitos universales. El espectáculo comienza con el incendio de una casa y con mujeres que han quedado en esa casa custodiando algo. Ese fue mi punto de partida. A veces me parecía que esas mujeres eran las Parcas. Leí mucha mitología griega, también mitología latinoamericana pero nada llegaba a encajar.
Otro mito es el del Cacui, que en el Norte Argentino viene a ser lo que es la prohibición del incesto para otras culturas. Son dos hermanos que se enamoran y como eso está prohibido el castigo es que la mujer se convierte en pájaro. Está condenada a recorrer el monte llamando a su hermano sin encontrarlo jamás. De aquí el sonido, el grito del pájaro, de esta mujer-pájaro que busca el amor, a su hermano.
Otro mito que tomé es el de “El familiar”, mucho más difundido, más conocido. Había leído mucho material sobre “El Familiar” en la obra de Genie Valentie, de la Facultad de Filosofía. En la obra lo conecto con la cuestión del puñal de plata. Esos tres mitos dan estructura a la obra.
Las cosas encajaron pero corno algo intuitivo cuando lo escribía. Sentía como que sin saberlo, ya estaba escrito adentro. El mito del Cacui, surgió durante la escritura. Cuando me largué a escribir no lo tenía consciente, apareció ahí. Apareció la relación entre ellos, entre el perro y el Niño Grande, como una sola cosa. Me habla impresionado mucho la figura del Niño Grande. El personaje es creación mía. El olvidado, otro personaje de la obra, también es una creación mía. No sé de donde la habré sacado. El marchante también. El marchante viene, analizando mi vida, mi historia... Nosotros teníamos una muchacha, cuando «amos chicos, yo no me acuerdo bien de ella, de lo que sí me acuerdo era uno de los comentarios de mis padres. Porque esta chica, después de estar con nosotros se juntó con un hombre, y asesinaron -para quitarle el dinero- a un marchante, que así se llamaba en esa época a una persona que vendía ropa, de pueblo en pueblo. Lo emboscaron a él, lo hizo pasar como para- que hicieran el amor, cuando el viejito este estaba adentro salió el compañero de ella y lo mataron...Después, releyendo me digo: ¿por qué aparece el marchante que vende cosas? ¿Por qué esta muerte, esta traición? Porque había un antecedente en los recuerdos de mi infancia. Me acuerdo, que a la casa de mi abuela iba un señor con una bolsa a vender cosas. Y mis tías comentaban “ya va a llegar el marchante”.
Creo de que, uno de los dramas de nuestro país y de nuestra provincia en particular, es que no somos capaces de sacar conclusiones de nuestro pasado. Es como que las cosas no pasan, se quedan y se repiten. Y ese círculo, ese juego de repeticiones, nos lleva a una inmovilidad total. Somos un organismo que no crece, que no se despierta, por eso quizá el Niño Grande. Que es el título de la obra: El sueño inmóvil, un sueño que no pasa, todo se repite. No hay memoria. Creo que apunté a todo eso. A nuestra tragedia que es la repetición. Nuestra tragedia es no crecer, no despertarnos, es no ver. Es vivir aferrados a un supuesto pasado de oro esperando que alguien nos resuelva los problemas, alguien que se fié, que no está más, que hemos perdido como padre, como el caso de El Alemán en la obra. Esa necesidad infantil, adolescente, de tener un referente, un padre, un líder...como fué Perón, como puede haber sido Bussi. Creo que la obra apunta a mostrar nuestra tragedia que es encontrarnos siempre en la misma situación. No poder avanzar, como en esos sueños, en que uno quiere caminar y no puede, correr y no puede. Y eso como un sueño repetido hasta el infinito. Es una cosa que me pone la carne de gallina. Creo que esa es nuestra tragedia. Esa es nuestra falta de crecimiento en el sentido auténtico de la palabra. No de un crecimiento hacia un Primer Mundo, sino del crecimiento de nuestra conciencia, de nuestra identidad como pueblo, de nuestros objetivos. No tenemos objetivos. ¿Que queremos? Somos como un barco a la deriva en un mar que no se mueve. Está ahí, inmóvil. Eso es lo que he querido transmitir
Hay datos en la obra que son históricos. La peste, la Fiebre Amarilla que asoló a Tucumán, a fines del siglo pasado. La Quinta Agronómica era el lugar donde se llevaban los cadáveres. La llegada de indios que se trajeron desde el sur a Tucumán, indios Mapuches, que venían encadenados. En los primeros trenes que llegaban a la provincia traían esas personas. De esto no se tiene mas registro. También se perdió la memoria de que eso sucedió. Un tren que necesario, que corría todos los días ya no llega más. Un pueblo olvidado, como ese lugar donde sucede la obra, un lugar olvidado, rodeado de cañaverales, donde los personajes no saben que hay del otro lado. Donde el mar aparece como imposible, un lugar donde no puede existir el mar. Esos son los contenidos de la obra.
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